En medio de una crisis económica y sanitaria que afecta a la provincia, los correntinos enfrentan una nueva ola de incertidumbre y preocupación. La fábrica textil “Hilandería Alal”, ubicada en la localidad de Goya, ha anunciado la paralización de toda su producción a partir del 1 de junio, dejando a entre 200 y 250 empleados en una situación de extrema vulnerabilidad.
Mientras el gobernador de Corrientes se embarca en una gira internacional en busca de inversores, la realidad en la provincia es alarmante.
Carlos Peña, abogado laboralista y asesor de los delegados trabajadores de Emilio Alal, comentó a Hoja de Ruta: “La situación es preocupante y de incertidumbre. En teoría, hay un preacuerdo donde estarían suspendiendo por dos meses, desde el 1 de junio hasta el 31 de julio. Sin embargo, todavía no hay algo cierto, ya que la suspensión no ha sido formalmente implementada”.
La decisión de la fábrica se debe a una caída significativa en las ventas y un incremento en los costos de producción, lo que ha llevado a un sobre-stock de hilo y telas. Este parate temporal, que afectará casi a la totalidad de los trabajadores de la empresa, también incluye una reducción en sus salarios, que oscilará entre el 50% y el 70%, incrementando aún más la pobreza y disminuyendo el consumo en la localidad.
La situación se agrava ante la falta de resoluciones en las paritarias nacionales. Los delegados locales no pueden firmar ningún acuerdo hasta que se resuelva la discusión entre la Asociación Obrera Textil y la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA), dejando a los trabajadores en un limbo laboral.
La disconformidad crece entre los correntinos, quienes ven cómo los fondos federales que llegan a la provincia no se traducen en mejoras tangibles en sus condiciones de vida. La situación actual demanda una atención más enfocada en las necesidades urgentes de la provincia, como la mejora de infraestructura, la atención sanitaria y el apoyo a los trabajadores esenciales.
Los ciudadanos de Corrientes merecen un gobierno que responda a sus necesidades inmediatas y utilice los recursos de manera eficiente para mejorar su calidad de vida. La prioridad debe ser garantizar el bienestar de la población local, especialmente en tiempos de crisis, y no destinar recursos a proyectos que no abordan las necesidades más apremiantes de la comunidad.