“Es mejor que mi hijo esté encerrado a que esté en la calle drogándose”

Marly Emke reconoció que el menor delinque para drogarse. Contó que la semana pasada lo rescató de un posible linchamiento por parte de vecinos damnificados por un robo

 

La secuencia parece sacada de una película de acción: el coche paró a mitad de la calle con el motor en marcha, se abrió la puerta del acompañante, el chico saltó hacia el interior y la conductora aceleró a fondo.

Pero nada fue ficción, sino la más cruda realidad que envuelve a una mujer y a su hijo de 15 años, preso de la adicción a las drogas que lo lleva a delinquir y ya acumula varias causas por robo y hurto.

Tal como reconoció Marly Emke, su hijo le roba a ella y a sus vecinos del barrio San Miguel de Oberá, donde “le tienen re marcado”, como graficó la propia progenitora.

En ese contexto, el jueves pasado el chico y dos cómplices -otro menor y un mayor de edad- irrumpieron en una vivienda ubicada en calle 3 del mismo barrio, donde robaron un televisor, un equipo de sonido portátil, una perforadora, una amoladora, un secarropas, zapatillas y prendas de vestir.

Los tres fueron identificados por el testimonio de vecinos que declararon que estaban ofreciendo a la venta los elementos sustraídos.

“Yo estaba en mi negocio y me llamó una vecina para avisarme que mi hijo estaba escondido en el tesal de calle 1 porque entró a robar a una casa y los dueños le estaban buscando con machete. Entonces agarré el auto y salí a buscarle. Gracias a Dios le encontré antes y le traje a mi casa. Si no lo rescataba, no sé qué hubiera pasado”, reconoció Emke en la víspera.

En diálogo con El Territorio, detalló el calvario que viene padeciendo por la adicción del menor, al tiempo que subrayó la necesidad de contar con asistencia para rehabilitarlo.

“Necesito ayuda”
A fin de agosto, el menor estuvo desaparecido una semana y su mamá temió lo peor. Pero finalmente el chico apareció, aunque nada mejoró y a las pocas horas volvió a desaparecer.

“Ya probé de todas formas, pero él no quiere ir a rehabilitación. Tampoco lo puedo controlar porque rompe todo y se escapa; desaparece dos o tres días y roba para drogarse.

Por eso le tienen re marcado y mi temor es que lo lastimen o que él lastime a alguien”, alertó desesperada.

Para graficar la gravedad del problema, comentó que el jueves pasado lo rescató de un posible linchamiento, pero el viernes el menor volvió a desaparecer hasta el otro día.

“El sábado volvió drogado a casa y se acostó a dormir. Entonces, con todo el dolor del alma, avisé a la Policía que lo vengan buscar porque estaba implicado en el robo del jueves. Es mejor que mi hijo esté encerrado a que esté en la calle drogándose”, subrayó.

El mismo sábado el chico fue ingresado al Centro Modelo de Asistencia y Seguimiento de Niños, Niñas y Adolescentes (Cemoas), aunque ayer la madre debía retirarlo, según lo dispuesto por el Juzgado Correccional y de Menores de Oberá.

Ante ello, la progenitora se acercó a la sede judicial para expresar, una vez más, la necesidad de internarlo, aunque no encontró la respuesta que buscaba.

“La jueza me dijo que ella no va a firmar una orden de internación porque es menor y que yo me tengo que hacer cargo. Le expliqué que no puedo, que no me hace caso y que necesito ayuda, pero la jueza me dijo que no lo puedo internar y tampoco se puede quedar en el Cemoas, que es un lugar de tránsito”, explicó.

Círculo vicioso
Ante ese panorama, Emke decidió que por el momento no retirará a su hijo del Cemoas. Tampoco cuenta con el apoyo del progenitor, quien se desentendió a la crianza del chico.

“La jueza dice que mi hijo tiene que ingresar a un tratamiento por voluntad de él, pero no va querer, yo ya probé de todas formas y no quiere. Ahora que se quede en el Cemoas, yo no lo voy a retirar porque en la calle es un riesgo”, aseguró.

Asimismo, mencionó que en la víspera acudió al área de minoridad y familia de la Municipalidad, donde se comprometieron a interceder con la justicia en búsqueda de la asistencia reclamada.

“Hace por lo menos dos años que estoy peregrinando con esta situación, implorando ayuda y golpeando puertas para que lo admitan en algún centro de rehabilitación, pero me dan la espalda o dicen que él tiene que querer hacerlo”, acotó casi al borde del llanto.

Contó que su hijo asistió apenas hasta cuarto grado, al tiempo que consume todo tipo de drogas, pero lo que lo más afecta sería la mezcla de psicofármacos con alcohol, un coctel que hace estragos en el San Miguel, afirmó.

“Que yo luche y reclame por mi hijo, no quiere decir que él sea el único. Son muchísimos los chicos que están así. Es tristísimo”, remarcó.
Incluso, puntualizó que “ya tuvo una sobredosis y llegó a convulsionar. Pero después, cuando se recupera, sólo quiere volver a drogarse y para eso roba”. Un círculo vicioso que nunca termina bien.

En tal sentido, desde el año pasado el menor acumula al menos cuatro causas por hurto y robo, según registros de la Seccional Quinta.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *