Las lluvias recientes han desatado el caos en los caminos rurales de Corrientes, dejando a su paso un paisaje desolador. Rutas como la 14, 40, 41, 114, 145, 36 y 37, entre otras, se han convertido en un laberinto de barro e intransitabilidad.
Esta no es una crisis nueva, sino un problema arraigado por más de una década, con consecuencias desastrosas para la producción arrocera, aserradero, agrícola y ganadera. El testimonio de un camionero que lleva 18 años en la zona lo confirma: “Los caminos dejan mucho que desear. He quedado varado hasta 3 días, esperando que el barro seque lo suficiente para seguir adelante”.
Pero la tragedia no se detiene ahí. La educación sufre, con docentes incapaces de llegar a las escuelas o enfrentando accidentes en el intento. El turismo también padece, con pasajeros que quedan atrapados en su intento de llegar a la localidad de Colonia Carlos Pellegrini, puerta de entrada al Iberá.
El mal estado de los caminos provinciales obliga a los turistas a realizar desvíos de hasta 300 kilómetros, o gastar dinero que no tenían previsto. En los casos más extremos, los viajeros quedan varados sin comunicación, alimentos ni agua, obligados a pasar la noche en el auto al costado del camino, en medio del campo.
Es hora de que las autoridades tomen medidas concretas para resolver esta crisis. La Ruta Provincial 40, especialmente el tramo entre Mercedes y Pellegrini, es un claro ejemplo de la urgencia de acción. Los habitantes y sectores productivos de Corrientes claman por caminos seguros y transitables.