Mientras miles de correntinos enfrentan una Navidad marcada por la pobreza y la indigencia, el Gobierno provincial prepara una “canasta navideña” que resulta más simbólica que solidaria. Compuesta por apenas 7 productos —1 pan dulce de 400 g, 2 turrones de 60 g, 2 garrapiñadas de 70 g y 2 budines de 170 g—, el módulo navideño, que cuesta $12.500 al Estado, ni siquiera incluye la tradicional sidra. Esta ayuda, destinada a unas 100.000 personas, parece ser más un gesto publicitario que una verdadera solución a la crisis económica que atraviesan las familias correntinas.
Catorce días antes de la navidad el gobierno de la provincia de Corrientes llamará a licitación pública para comprar 100.000 módulos (cajas) navideñas, que serán destinados a sectores socialmente vulnerables de la provincia.
El 16 de diciembre venidero se cumplirá con ese trámite y la compra deberá hacerse en forma rápida debido a la proximidad de la fecha navideña -24 de diciembre-, en el decreto que instrumenta esta compra, está el detalle del contenido del “módulo” con productos alimenticios de fin de año.
Tampoco en el decreto se explicita cómo será la distribución de las 100.000 cajas, su supone que como máximo deberá realizarse antes del 31 de diciembre próximo.
En paralelo, las prioridades del gobernador Gustavo Valdés siguen generando debate. Mientras el discurso oficial insiste en que “no hay plata” y se deben “priorizar” los gastos, el gobierno destina millonarias sumas a proyectos que poco contribuyen al bienestar de los más necesitados. Un ejemplo claro es la refacción del anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola, con la construcción de baños, pintura y mejoras en el escenario, en vistas al Festival del Chamamé y los carnavales 2025
A esto se suma la construcción de un nuevo edificio para vialidad que demandará una inversión de $37 millones. Todo esto en tiempos donde los discursos oficiales llaman a la austeridad, pero las acciones demuestran otra realidad. ¿Dónde queda la prioridad hacia los correntinos que más necesitan?
Mientras se invierten recursos en festivales y obras de lujo, la canasta navideña ofrecida a los más vulnerables no solo es insuficiente, sino que también refleja una preocupante desconexión con las verdaderas necesidades de la población.