Corrientes en silencio: ¿Dónde está nuestra voz ante el recuerdo del golpe?

En la provincia de Corrientes, un manto de silencio cubre el recuerdo del golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976. Ante esta ausencia de palabras y acciones, surge una pregunta inevitable: ¿Dónde está nuestra voz en este momento crucial de la historia?

En un día tan significativo para la memoria colectiva de los argentinos, el silencio del gobernador Gustavo Valdés resuena con fuerza. Mientras el país conmemora el doloroso recuerdo del golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976, la ausencia de declaraciones o gestos por parte del máximo representante de la provincia ha sido notoria.

En contraste, el intendente de la ciudad encabezó un acto en una plaza del Barrio Ponce, demostrando sensibilidad y compromiso con la memoria histórica del país. Sin embargo, la omisión por parte del gobernador y su administración ha levantado interrogantes sobre su postura frente a este capítulo oscuro de la historia argentina.

Es evidente que el silencio oficial del gobernador podría estar relacionado con su alineamiento total al gobierno nacional. Esta postura política podría explicar su renuencia a incomodarse, especialmente considerando la marcada posición ideológica del Presidente de la Nación y su Gobierno con respecto al golpe de 1976 y la política de derechos humanos en el país.

El recuerdo del golpe militar es fundamental para mantener viva la memoria de las atrocidades cometidas durante aquel período oscuro de la historia argentina. La falta de pronunciamiento por parte de las autoridades provinciales resulta preocupante, ya que envía un mensaje de indiferencia hacia las víctimas y sus familias, así como hacia la lucha por la verdad y la justicia.

En tiempos donde la democracia y los derechos humanos son valores irrenunciables, es imperativo que las autoridades asuman su responsabilidad en la preservación de la memoria histórica y en la defensa de los principios democráticos. El silencio del gobernador ante un acontecimiento de tal magnitud no solo es incomprensible, sino que también es inaceptable en una sociedad que busca construir un futuro sobre las bases de la verdad y la justicia.

 

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