La microrregión correntina que abarca Santa Rosa, Santa Lucía, Lavalle y Goya está en estado de alerta por el ingreso masivo de tomates desde Paraguay. Con una carga de 60 mil kilos ya en el país, los pequeños productores locales temen revivir lo ocurrido en la década del ’90, cuando la apertura de importaciones dejó a centenares de familias al borde de la quiebra.
El ingreso de los tomates paraguayos no solo representa una competencia desleal para los productores correntinos, sino que también expone la falta de apoyo del estado provincial, que no ha implementado medidas para proteger ni fomentar el crecimiento de este sector. Acosados por una pesada carga impositiva y sin políticas de incentivo que promuevan la producción local, los agricultores luchan diariamente para mantenerse en pie.
A esta situación se suma el eterno problema de las rutas en mal estado, lo que dificulta el transporte de la producción agrícola. Salir del campo con productos se ha convertido en una tarea titánica. Los caminos rurales se encuentran intransitables, afectando no solo la comercialización, sino también el bienestar de los pequeños productores que ven cómo sus costos aumentan sin recibir soluciones concretas.
Las autoridades paraguayas informaron que 30.000 kilos de tomates provenientes de agricultores de los distritos de Yhú, 3 de febrero y Juan Manuel Frutos ya ingresaron a Argentina, y la próxima semana se completarán 60 toneladas que impactarán directamente en los precios de mercado, golpeando aún más a los productores correntinos.
Mientras tanto, los reclamos de los agricultores locales siguen sin respuesta. El estado correntino parece mirar hacia otro lado, priorizando inversiones y apoyo para sectores externos en lugar de fortalecer a quienes trabajan en su propio territorio. Los pequeños productores, que representan el motor de la economía rural de la provincia, se sienten abandonados y con pocas posibilidades de competir ante una importación que, una vez más, pone en riesgo su supervivencia.