Los investigadores creen que les inyectaron algún tipo de droga para aumentar su rendimiento en la competencia. Sucedió en una carrera organizada en la localidad de Sauce. “Dejan a los caballos muertos tirados en los campos”, contó una proteccionista.
Las cuadreras (o carreras de caballos fuera de un hipódromo) siguen pasando, pese a ser ilegales. Esta vez, volvieron a salir a la luz porque dos yeguas se desplomaron y murieron el domingo pasado mientras corrían en una las competencias organizadas en la localidad correntina de Sauce. Los animales murieron porque “les estallaron los pulmones”, según determinó la necropsia realizada por veterinarios de la Policía Rural provincial.
Tras una investigación de oficio, el fiscal Rural y Ambiental de la ciudad de Mercedes, Gerardo Cabral, logró identificar a cuatro responsables de las yeguas y durante el allanamiento en caballerizas de los presuntos responsables “se secuestraron elementos como jeringas y medicamentos veterinarios”, informó el fiscal.
“Se presume que les inyectaron algún fármaco o droga para mejorar su rendimiento en la competencia y tuvieron una sobredosis y sus pulmones explotaron -precisó el funcionario judicial-. Las muestras ya están en el laboratorio, son importante para saber qué tipo de sustancia le aplicaron: si se trata de opio o cocaína podría agravarse la situación”.
Respecto de la imputación, hay cuatro detenidos (los dos jockeys y los dos dueños de las yeguas, uno de la localidad de Esquina y el otro de Sauce) y con los resultados de las pruebas de laboratorio se formalizará la imputación.
En principio hay una violación a la ley 14.346, que pena el Maltrato Animal, y podría ser también a la ley 26.912 de dopaje y/o la de estupefacientes, lo que prevé penas de hasta cinco años de prisión.
Según describió el fiscal, “en la cuarta carrera salió una de las yeguas de nombre Alma Mía y a los pocos metros de empezar a correr cae y muere; en la octava carrera una yegua llamada Esperanza, que llega primera a la meta, gira, se desploma y también muere”. El funcionario también aseguró que la Policía le informó que esa carrera hípica contaba con las autorizaciones de Lotería Correntina y de la Municipalidad de Sauce y, según trascendió, la asistencia de público fue multitudinaria y se realizaron apuestas millonarias.
“Es increíble que esto suceda, que el Estado esté ausente y no controle”, opinó Cabral sobre la cuadrera realizada en Sauce, a 340 kilómetros al sur de la ciudad de Corrientes.
La tracción a sangre es la punta del iceberg. Debajo se ocultan un tendal de actos de crueldad contra los animales, muchas veces llevadas a la clasificación de tradiciones (peregrinaciones gauchas largas y extenuantes; pialadas; doma; jineteadas, entre otras), “trabajos” (como en los pisaderos de ladrillos, donde caen muertos con las piernas rotas o quedan agonizando) y actividades “recreativas” en las que otras especies son las víctimas (pelea de perros y riña de gallos). Todas tienen algunos denominadores en común: apuestas, alcohol y presunta complicidad de quienes deberían velar porque no suceda.
“La explotación contra los caballos pasa todo el tiempo en Corrientes, sobre todo en las fiesta patronales: hay 25 departamentos y 25 fiestas que se festejan con lo que llaman destrezas y no son más que acciones crueles contras los caballos, sobre todo el tema de las carreras cuadreras en las que se les inyecta sustancias como estimulantes cardiacos, de venta libre y dosis letales Esto hace que al terminar la carrera, los caballos deban ser desangrados de las venas porque de lo contrario les estallan los bazos. Y no hay ningún tipo de control ni del Senasa, ni de las intendencias, ni de nadie”, dice Isabel Cocomarola, activista de Movimiento Argentino de Protección Animal Corrientes (Mapac), la asociación que rescata caballos víctimas de la explotación en esa provincia.
Para la activista, “es monstruoso lo que les hacen a estos animales: muchos caballos quedan tirados en el costado tras las competencias. Además, cuanto más importante es la carrera, más grande es la convocatoria”.
“Esto es un negocio que mueve muchísima plata por la cantidad de apuestas ilegales. Los jockeys deben pesar unos 30 kilos, ¿qué persona mayor puede pesar eso? Además, hubo muchísimos casos de personas que se han quebrado el cuello y esto ni siquiera se conoce porque sus familias están amenazadas. Corre mucha guita en esto, no es joda. Por algo no se termina ni se prohíbe. Fijate que, a las cuadreras, el municipio manda policías para cuidar que los carreros borrachos, porque se toma mucho, no se peleen”, señala Cocomarola.
Respecto de la que dejó como saldo la muerte de las dos yeguas, agrega: “No sé si esta tuvo o no el aval del municipio o si fue organizada por el Club Hípico, o si corrieron cinco caballos; lo que sé es que dos yeguas más murieron en el contexto que sea. No hay ninguna carrera que no tenga algo de ilegal en este tipo, no hay controles, se hacen en un campo que se limpia un poco y ahí corren; y ahí sí que el municipio es completamente responsable de lo que ocurre por permitirlo: están avalando que se cometan actos ilegales como el uso de drogas en estos eventos”.
“Muchas veces hemos tenido caballos secuestrados, que estaban drogados y el grado de locura con el que quedan los pobrecitos hace que no se puedan sostener, no pueden estarse quietos; en ese estado, en que son llevado al máximo de lo que soportan, mueren. Eso es lo que pasa con el acelerador cardíaco que les inyectan. Hubo muchos casos de caballos que fibrilan, empiezan a convulsionar y quedan muertos en las pistas de carrera. Esto pasa casi todos los fines de semana”.
Además, de haber rescatado caballos, Isabel salvó las vidas de gallos usados en riñas. Otro flagelo que en el interior de muchas provincias sucede. “Si hasta el Obispo iba a mirarlas, y su presencia no las hace legales. Aunque el propio religioso haya sido capaz de mirar algo tan cruel, eso no le da legalidad”.
También, denuncia, que se realizan peleas de perros. “Los policías también custodian para que las personas no se peleen entre ellas, y ahí están, avalando otro evento ilegal”, asevera.
“Lamentablemente, todavía las autoridades no quieren ponerse al frente para detener estas crueldades. Y ante la mala vida que les hacen vivir a estos pobres animales, con todo el dolor, pienso que lo mejor que les puede pasar es morir para que, de esa manera, la tortura a la que son sometidos también termine”, finaliza la activista.